Por Theresa Greco
“Jehova le dijo: Sal fuera y ponte en el monte de Jehová” 1 Reyes 19:11
¿Sepas cuando Dios te está llamando a actuar? ¿Tu corazón te ha impulsado hacia un ministerio? Hace rato varios miembros de la Iglesia Metodista de Edmonds respondieron al llamado de Dios ofreciendo hospedaje a mujeres inmigrantes quienes fueron liberadas de detención. A cada mujer, o “invitada” como dice el grupo de Edmonds, se le da una bienvenida cálida y se le ayuda a navegar el viaje hacía su destino final con unos familiares o amigos en los Estados Unidos, mientras esperan que se les apruebe los casos de asilo.
“En ese momento pasaba Jehová, y un viento grande y poderoso rompía los montes y quebraba las penas delante de Jehová, pero Jehová no estaba en el viento.” 1 Reyes 19:11
Para las personas de la iglesia de Edmonds, ¿cómo se decidieron responder al llamado a este ministerio? Todo comenzó con una invitación circulado a las comunidades de fe por los grupos: el Consejo Eclesial del Área Metropolitana de Seattle, el Proyecto de Derechos del Noroeste de Inmigrantes (NWIRP), Los Niños en Necesidad de Defensa (KIND) y la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU). Estas organizaciones se juntaron para cuidar a los hombres y a las mujeres inmigrantes recién soltados de la detención. El acto sencillo de escribir sus nombres en una lista fue el primer paso para unos miembros voluntarios de la Iglesia en Edmonds en hacerse voluntarios para acompañar y hospedar tales inmigrantes en búsqueda de asilo.
“Tras el viento hubo un terremoto, pero Jehová no estaba en el terremoto.” 1 Reyes 19:11
Al comienzo, nosotros de la iglesia de Edmonds no entendimos completamente de que se trataba la detención de inmigrantes. No conocíamos la historia completa. Lo que aprendimos en realidad era que nuestras invitadas eran las personas más valiosas y a la vez las más desconsoladas que habíamos encontrado en un nuestras vidas. Cada una vivió dolores, torturas, abusos y miedo a niveles inimaginables. Aprendimos que las mujeres tuvieron una gran meta sobre todo, la de solamente proteger su vida, de sobrevivir este mundo. Ellas abrieron nuestros ojos a la existencia de una vida sin voz, sin opción de seguridad o protección. Caminaron continuamente del Sur hacia el Norte, caminando por las montañas altas, la selva, y el desierto para sobrevivir. Algunas cayeron en su lucha: una muerta por un tigre, otras con los cuerpos cubiertos de piquetes. Casi todas sufrieron amenazadas por coyotes o traficantes quienes buscaron aprovecharse de ellas. ¿Hasta cuándo tendrán que estar pagando el costo emocional ellas y tanta gente más? Algunas heridas nunca sanarán por completo.
De nuestras invitadas, muchas aplicaron para el asilo en el pasado y fue negado a pesar de las circunstancias mortales que aguantaron. Con la amenaza constante de la muerte o la tortura tras ellas, cruzaron la frontera otra vez y la migra las detuvo. Estas experiencias son una parte de sus historias, sus vidas, y su futuro.
“Tras el terremoto hubo un fuego, pero Jehová no estaba en el fuego.” 1 Reyes 19:12
Suenan nuestros teléfonos y siguen sonando, con los abogados pidiendo ayuda: que vayamos a recoger a una invitada más, quien va a ser a suelta dentro de 45 minutos de las prisiones de detención en el sur de Seattle o el norte de Tacoma. ¿Qué más nos queda hacer?…contestamos las llamadas y recibimos a nuestras invitadas con una comida caliente, ropita como alternativa a sus trajes de prisión, un teléfono pre-pagado, una maleta, y un boleto de avión para su viaje hacia su el hogar de un familiar o amistad. Siempre acompañamos a nuestras invitadas a la puerta del avión, para que no las maltraten pasando la seguridad en el aeropuerto. Desde que llegaron a nuestra ciudad, sería su primer momento de poder moverse libremente porque llegaron aquí encadenadas. No quisiéramos que salgan en la misma manera en que tuvieron que entrar.
“Y tras el fuego se escuchó un silbo apacible y delicado.” 1 Reyes 19:12
En ese ministerio la parte más importante es también la bendición más grande. Podemos crear un espacio sagrado para estas mujeres y sus voces: comienzan a correr sus lágrimas una vez que se sintieron seguras. Hay tantas maneras en que nos reflejaron el rostro de Cristo estas mujeres valiosas a quienes tuvimos el privilegio de hospedar. No se trata de lo que hicimos por ellas, sino las bendiciones que recibimos por su presencia y los regalos tan bellos de comunidad que nos ofrecieron.
Esta esfuerza no habría sido posible sin la gente y los ministerios de la Iglesia Metodista de Edmonds. Una nota personal: se les agradece las mujeres valiosas y sus esposos quienes respondieron a la necesidad de sus vecinas: Julia y Dave Eckberg, Kassie Goforth y Andy Perry, Clarissa y Andrés Fuentes, Jennifer y Greg McLaughlin.
Theresa Greco es un miembro activo del Comité de Ministerios de Inmigración en la Iglesia Metodista Unida Edmonds en Edmonds, Washington.